«Periodistas que leen a Periodistas» es un ciclo que se realiza cada 24 de Marzo, conmemorando el Día de la Memoria, la Verdad y la Justicia, desde el Cispren. Allí intercambiamos textos, escritos de periodistas autores, autoras que son leídos por otres. Este 24 de Marzo, a 44 años del Golpe cívico- militar , hacemos ejercicio de memoria y, por razones de público conocimiento, compartimos para mantener encendida la nuestra, este texto de una entrevista realizada por la periodista Graciela Pedraza a Ernesto Ponsati, quien fuera director del periódico Hoy Día Córdoba entre 1997 hasta 2016. Frente al exilio forzoso de otros compañeros de la conducción quedó a cargo del gremio de los trabajadores de prensa, donde lo encontró el 24 de Marzo. Un golpe que había vivido como crónica de una muerte anunciada.
Por Graciela Pedraza (*)
El director de Hoy Día Córdoba(*), el Tío, como se lo conoce en el am biente, ingresó al periodismo en Tucumán en 1959, y poco después vino a Córdoba, a Últimas Noticias. Años más tarde colaboró en Electrum, el órgano periodístico del sindicato que conducía el mítico Agustín Tosco, y en el 68 ingresó a Córdoba, donde trabajaba cuando ocurrió el golpe.
– ¿Qué clima se vivía en el país?
A partir del 73, cuando el peronismo gana las elecciones, el acompañamiento de la gente iba en ala y las expectativas también. Pero al poco tiempo comienza a armarse el reflujo, más que de la derecha, de la ultraderecha, y empezamos a oler lo que se venía, sobre todo cuando la renuncia de Cámpora, el 13 de Julio. El 19 de julio, grupos armados asaltan la CGT de Atilio López y la ocupan, y hacen lo mismo con el Smata de René Salamanca, pero cuando van por luz y fuerza se los rechaza. Fe una seguidilla: la matanza de Ezeiza, el ascenso de Lastiri y López Rega y de la revista El Caudillo, que dirigía Felipe Romeo, y un montón de hechos que aumentan con la muerte de Perón.
– ¿Qué pasaba en las redacciones periodísticas?
Las redacciones son muy sensibles a este tipo de climas, porque veamos que la embestida cobraba mayor fuerza: el golpe contra Obregón Cano, el asesinato de Atilio López, del Cuqui Curuchet… uno tras otro.
– ¿Tenían miedo?
Me percataba del riesgo de lo que sucedía y estaba razonablemente atemorizado. Uno se cuidaba de qué hablaba y con quién, reminiscencias dejadas por anteriores dictaduras.
– ¿Existían listas negras?
Era notable que la revista El Caudillo publicara nombre de gente que después asesinaba la Triple A, como Silvio Frondizi o el abogado Ortega Peña, pero no recuerdo que allí aparecieran periodistas cordobeses.
– ¿Cuándo se supo que el Golpe era inevitable?
En la primavera del 75 ya sabíamos que el gobierno de <Isabel estaba condenado. Don David Kaplan (corresponsal de Clarín) por iniciativa de Tosco se había entrevistado en el otoño con el general Lanusse –lo más potable- para crear un frente cívico que evitara el quiebre institucional, pero Lanusse contestó que ya no había posibilidad. Sabíamos también que ya existía una lista de 34 a 38 mi l personas para liquidar, y que esos miles no podían ser todos guerrilleros.
– ¿Quiénes serían los otros?
Nosotros, un nosotros en general. Porque si existían listas en Buenos Aires , era de suponer que también había listas aquí. De eso se hablaba en las redacciones mientras las noches se poblaban de tiros y de la misma forma se disputaban las sedes sindicales. Ése era el clima.
– ¿Qué nivel de compromiso político tenían los periodistas, antes del golpe?
Proporcionalmente creo que más que ahora. Dentro de los medios era un compromiso individual, pero lógicamente existía una articulación porque nos comunicábamos. Creo que teníamos en claro los conceptos de democracia dictadura y el papel que jugaba la clase trabajadora. Y en cuanto al compromiso colectivo, ése se ejercitaba en el gremio, aunque en esos años la actividad sindical era muy amateur.
– Diarios importantes de Buenos Aires contribuyeron al clima para el golpe miltar.
Sí. La Nación y Clarín, por ejemplo.
– ¿Por qué los periodistas cordobeses estaban divididos entre el sindicato y el círculo de la prensa?
El Círculo arrastraba fama de elitista, porque no aceptaba a los empleados de maestranza ni a los ordenanzas, así que en 1953 se crea el Sindicato, de hechura peronista y medio fachulengui, pero que daba participación a los excluidos. Después con la incorporación de Garzón Maceda, Ciaravino y Jorge Sapia. El Sindicato tomó un perfil centroizquierdista.
– ¿ Y qué hacías en el sindicato de Prensa?
Yo venía trabajando como secretario administrativo, después fui primer vocal… y en el ´76 quede a cargo porque los que estaban al frente tuvieron que irse. El 23 de Marzo redactamos un comunicado en contra del golpe y lo llevamos a los medios. El entorno de Isabelita era indefendible, pero había que sostener al gobierno constitucional. Me acuerdo de algo gracioso: fuimos a la corresponsalía de La Razón para verlo a S17 (se refiere a Carlos Revello, agente de inteligencia del ejército encubierto como periodista) porque tenía buenos contactos en el Ejército, aunque por supuesto no sabíamos que era un informante. Le pedimos que averiguara qué iba a pasar con el sindicato, y a los pocos días nos contesta que no había órdenes contra el sindicato. (Se ríe) Y lo intervinieron.
– ¿Qué precauciones tomabas para tu seguridad?
Había postergado mis vacaciones justamente pensando en el golpe, y las tomé después del 24 . Dormíamos con mi mujer fuera de casa, una precaución tonta ya que si te querían encontrar, te encontraban. Pero eso fue sólo unos meses, porque había que llevar una vida normal. –
– Llegó la censura.
Dentro del diario Córdoba no hubo problemas hasta el ´76; se informaba naturalmente lo que estaba pasando, secuestros, muertes, no había discusión. El director, José W. Agusti, en ese tiempo había hecho de su diario el vocero del gobierno de la República Española. Le gustaba muchísimo estar en la redacción, incluso se prendió en la historia de la víbora de Uriburu; era como un chico. La censura vino con la venta del diario al grupo Astori, en coincidencia con el golpe del ´76. Había directivas expresas; no se publicaba ninguna información sobre detención o desaparición de personas que no estuvieran confirmadas por el Tercer Cuerpo del Ejército.
– En qué sección trabajabas?
En cables, internacionales, así que estaba fuera del foco, pero lo mismo me echaron en 1976.
– ¿Qué hacias cuando llegaban noticias de secuestros y despariciones?
La gente venía y yo les explicaba que mis jefes no permitirían la publicación. Me sentía muy mal, pero el periodista es como el médico a la enfermera, que ejercitan una suerte de cinismo para sobrellevar a la profesión. Por ejemplo, abría un diario en Buenos Aires y cuando encontraba la columna de Morales Solá, decía: A ver qué dice el Comando del Ejército.
– ¿Se sienten culpas?
Más que culpa, una responsabilidad colectiva frente a todo lo que ocurrió. Siento que todavía los periodistas no hemos debatido profundamente sobre el papel negativo que jugamos aquel tiempo, y en cuanto al plano personal, reconozco que no tenia asumida la disposición que ya se manifestaba en la sociedad para hacerse cargo del golpe.
– ¿Qué secuelas dejó el golpe militar en el gremio?
El 3 de Julio de 1976 sacan de a sede de nuestro sindicato a Horacio Poggio, un empleado administrativo que desaparece. En 1978 secuestran en Villa maría a Luis Mónaco – ex camarógrafo de Canal 10 – a su mujer y a la beba. A la nena la entregan a los abuelos y a ellos los llevan a la Perla y los matan. En septiembre de 1978 secuestran a Luis Reinaudi, aunque el por suerte está vivo (***). Con respecto a Luis cuando se recibió de abogado publicamos una nota titulada Ya tiene abogado el pueblo. Estando secuestrado y sentado el piso, alguien le patea y le dice: ¿Así que vos sos el abogado del pueblo? Se ve que leían atentamente, aunque no nos considerarían importantes, porque mandaron como interventor del sindicato y del círculo a un teniente coronel de intendencia y después a un sargento ayudante, Monayer. Pero fijate lo que son las cosas, Monayer terminó fusionando las dos entidades, y aunque también es cierto que desde el `81 ya existía un movimiento que impulsaba esa medida. La notificación fue lo único bueno que dejó el golpe.
(*) Graciela Pedraza es periodista y escritora.
(**) La nota fue publicada en la revista Umbrales. Crónicas de la Utopía (Cispren) en Marzo del 2006. Está disponible en el Centro de Documentación «Juan C. Garat» del Cispren.
(***) Ernesto Ponsati falleció el 8 de Mayo de 2016.
Fotografía: Archivo Centro de Documentación y Julieta Bariles.