A dieciséis años de la partida del «Negro» Fontanarrosa su legado cultural sigue vigente, el escritor y humorista rosarino falleció a los 62 años de edad en su ciudad natal. Lo recordamos a través de algunas historietas y cuentos de su autoría que marcaron a más de una generación.

Por Redacción*

Roberto Fontanarrosa empezó su carrera como dibujante antes de sus 20 años pero en 1968, con su llegada a la Revista Bloom, comenzó su camino de gloria cuando publicó su primer tira gráfica. A tan solo dos años de su primera publicación, paso por medios como Zoom y Deporte 70, y le dio vida al histórico Boogie, el aceitoso. Este personaje es una parodia del agente secreto James Bond, donde se muestran las aventuras de un prófugo de la justicia y veterano de la Guerra de Vietnam que se transforma en un asesino a sueldo.

En 1972, el humorista sorprendió con un nueva tira cómica: el gaucho Inodoro Pereyra y su perro parlante Mendieta, que con su particular humor inmortalizaron la figura gauchesca. En el año 1976 Inodoro llegó a ser publicado en Clarín.

Su primera novela fue lanzada en 1981 bajo el nombre de Best Seller, la cual  es considerada un clásico en la literatura de humor. En los años siguientes lanzó El área 18 y La gansada.

Su primera publicación de cuentos fue El mundo ha vivido equivocado, en el año 1982, da inicio a una serie de compilaciones de relatos que llevan hasta el absurdo las referencias a la cultura popular, con un humor despiadado, entre el chiste y la cargada que caracteriza a Fontanarrosa.

Hincha declarado de Rosario Central, su vida estuvo marcada por el futbol y sus producciones no estuvieron alejadas de esta pasión. Uno de los cuentos más reconocidos es 19 de diciembre de 1971, una ficción en el cual habla sobre el día en que Rosario Central venció a Newell’s Old Boys en la semifinal del Torneo Nacional de 1971. El mismo, fue publicado en 1982, en el libro Nada del otro Mundo.

En el 2003, le diagnosticaron esclerosis lateral amiotrófica. Cuatro años después, en enero de 2007, dejaría de dibujar sus historietas ya que no podía controlar su mano derecha, aunque siguió haciendo los guiones hasta los últimos días de vida.

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