La resignificación de la libertad de expresión en la sociedad de la información como nuevo campo de disputa, el derecho a la comunicación, en un mundo multipolar, como un derecho humano que debe garantizarse, y la necesidad de construir la ciudadanía comunicacional para una convivencia de los pueblos y culturas, fueron parte de los temas centrales que el autor desarrolló.
Por Myriam Mohaded*
En el Centro de Documentación del Cispren, a sala llena, se presentó el libro “Libertad de expresión en la Era Digital. En un orden multipolar y tiempos de pandemia”, del doctor en Derecho y Ciencias Sociales y especialista en Derecho a la Información, Miguel Julio Rodríguez Villafañe.
El libro profundiza el “derecho a buscar, recibir, y difundir informaciones e ideas de toda índole por cualquier medio y modo, sin consideración de fronteras, en una sociedad global del conocimiento y de la corresponsabilidad”, se lee en su portada.
La cálida apertura del encuentro, con un público expectante, estuvo a cargo de la secretaria General del Cispren, María Ana Mandakovic y del periodista Néstor Pérez, secretario de Finanzas de la entidad gremial.
Al inicio de la charla, Mandakovic, se refirió a algunas aristas relevantes del valor de la publicación que el doctor Rodríguez Villafañe indaga, investiga y profundiza en las seiscientas páginas escritas. Expresó que una de ellas es “la resignificación de la libertad de expresión en la era digital como un nuevo campo de disputa donde se valora la importancia de una comunidad sin excluidos”, diferente de las construcciones del “yo” o del “nosotros”, tratando de no caer en la lógica algorítmica que busca mercantilizar la vida.
Otras de las lecturas que destacó, es la vinculada con el poder hegemónico y las nuevas formas en que se presentan los medios de comunicación. “Ya no sólo podemos hablar de los medios sino de cómo se distribuye y circula esa información, qué pasa con las autopistas de la información, con los monopolios y oligopolios y qué sucede con el derecho a la comunicación y la información y la libertad de expresión amenazada en función de eso”, expresó la dirigenta.
También, reseñó Mandakovic, el libro suma su aporte en categorizar los diferentes tipos de derechos y da cuenta, en especial, de cómo el derecho a la comunicación es un derecho humano que debe ser garantizado; cuál es el rol del estado, del mercado, y el de la ciudadanía. En esa línea de análisis, “destaca los conceptos de ciudadanía y soberanía comunicacional -y se pregunta- ¿Cómo un pueblo puede defender esa libertad de expresión si no podemos defender al mismo tiempo esos recursos naturales, la educación, la salud pública? Son conceptos que tenemos que recuperar, discutir y construir. Después están los casos, las leyes, la legislación específica de la libertad de expresión”, afirma.
Con la idea de debatir, agrega que otro aspecto que atraviesa el libro es la perspectiva de género que “lo recorre de punta a punta, buscando la equidad y necesidad de pensar la libertad de expresión en un intento de responder al discurso patriarcal que no garantiza que la voz de las mujeres esté en todos los medios. Es parte de esas transformaciones culturales profundas que importan para asegurar ese derecho a la comunicación vinculado a la libertad de expresión”. Hacia el final de su presentación, la periodista concluyó y alentó a su lectura, afirmando que se trata de un “libro necesario que tenemos que buscar porque es parte de la defensa del ejercicio del oficio”.
Asimismo, el periodista Néstor Pérez, destacó la labor e importancia de la figura de Rodríguez Villafañe a la hora en que se piensan los temas centrales vinculados al quehacer periodístico, y desde el gremio de prensa. “No sólo por su altura académica sino por la vocación por formar un colectivo de comunicadores que piensen”, aseguró.
Pérez señaló el enorme trabajo realizado como jurista que recoge “toda la información de su vida y lo resume aquí”. Empero, “¿qué es para nosotros los trabajadores de prensa? Es un enorme laburo que resalta fuentes de toda clase, en un libro estrictamente necesario. Una enorme herramienta de trabajo con un gran manejo de la intertextualidad que lo hace gentil para su lectura, en donde plantea el gran problema que implica la concentración mediática”.
El comunicador destacó el valor del texto para profundizar el debate democrático, más aún cuando se plantean diferencias en las miradas sobre un tema . “Es muy interesante poder recurrir a este trabajo que funciona como un ladrillo para edificar narrativas, en la perspectiva de los puntos que son necesarios para el combate a futuro, una herramienta para que uno construya el discurso político que desee. No se puede avanzar con miedo frente a los cambios. Es nuestro réquiem. Hay que saber para contestar, así como conocer cómo piensa el otro”.
Del autor a su público
Con un público expectante, a la hora de las palabras del autor, Rodríguez Villafañe expresó su intención de que la presentación fuera un testimonio que dé cuenta de tareas fundamentales para la democracia, sin menospreciar a otras, como lo son el trabajo de docentes, médicas/as y periodistas.
“¿Por qué escribí este libro?”, relfexiónó Villafañe. “Porque la historia de la libertad de expresión ha sido central a lo largo de la historia de la humanidad, pero faltan instrumentos de penetración social, entre ellos los legales para poder dar respuestas a las nuevas problemáticas. Nos encontramos en definitiva con que los derechos existen y la libertad de expresión hay que analizarla en un contexto, donde no sólo están los síntomas sociales, sino también las herramientas.”
Fiel a su estilo, cordial, con conceptos claros, gráfico en ejemplos y gajes de humor cómplice con quienes fueron de la partida, seguidamente expresó: “No hay que tenerle miedo a Internet ni a la inteligencia artificial. Pero no se pueden tomar con ingenuidad, ya que son nuevas formas de colonización, subalternización de pueblos y personas respecto de las cuales tenemos que tener herramientas para salir con recursos. Por eso, hablamos acerca de que la era digital se está potenciando, y si bien la vivimos de manera positiva en diversos aspectos también es peligrosa en otros. Veníamos de un mundo bipolar para pasar a uno multipolar, pero le agregamos referencias, con metodologías diferentes”.
Por otra parte, comentó que la pandemia fue disruptiva porque avanzó sobre lo digital con tiempos diferentes de los que venía y lo hizo sobre prácticas. Por ejemplo, en el trabajo a distancia. “Esto es muy importante tener en cuenta. Antes, las personas teníamos dos tipos de entornos: el natural donde vivíamos y el social, que eran las relaciones sociales. Ahora, tenemos uno nuevo que es el que genera Internet y vino para transformarnos la vida.” En este sentido, ejemplificó, como la pandemia incidió también en rituales que hacen a modos de vida. Ahora casi no se comparte el mate, comentó, dando cuenta de cómo se modificaron los hábitos en torno a ese ritual argentino identitario por excelencia.
Rodríguez Villafañe señaló que dejamos de tener identidades relacionales y eso es un tema de gravedad ya que “Somos en función de lo que estamos en Internet, el que no está prácticamente no tiene existencia. Pero si yo me manejo sólo con Internet, primero quizá no me reflejo con cosas que son buenas y hacen al pluralismo democrático, porque lo que no me gusta, lo cancelo. Y empiezo a tener una pertenencia a una comunidad de eco, donde sólo recibo lo que yo creo, concibo y pienso y lo demás ni siquiera existe, porque lo anulé, marginé”. Esto, a su vez, advirtió, trae también un problema de integración social, donde cada vez menos estamos dispuestos a la interacción humana”. En este sentido, destacó los fuertes cambios que implicaron en lo legal el uso de Internet que, por ejemplo, a los efectos de hacer trámites la ciudadanía, antes con el documento de identidad alcanzaba y ahora se pide también una dirección electrónica.
Utopías colectivas
En este sentido, el abogado constitucionalista, destacó: “Se está perdiendo la experiencia humana. Hay que ver cómo educamos para que las ventajas no se transformen en desventajas, generar equidad y que nos respetemos. Cada vez es más difícil la palabra en términos de discrepancia. Con tanto individualismo, pienso que hay que crear un nuevo pronombre personal que son los ´yos´, que es del ´yo´, pero el ´yos ´no se transforma en nosotros. Hay una yuxtaposición de individualismo que no se trabaja ni se transforma en plural. La Argentina está pidiendo que reconstituyamos los pilares y los transformemos en utopías colectivas, necesarias para todos”. Por eso “Es necesaria una revolución educativa en esos términos, porque nosotros ahora tendemos a matar el tiempo y el espacio”, remarcó.
Finalmente, también se refirió a la infoxicación, la colonización de Internet en la sociedad del confort y la soberanía comunicacional en el capitalismo de concentración. “Uno siente que cada vez hay que tener cuidado porque los grandes instrumentos de Internet no fueron para general ciudadanía sino para comprar. Ellos ganan cuando más tiempo se está conectado. Hay que tener cuidado con el capitalismo de vigilancia. Estamos todos vigilados. Es imposible escaparse pero es necesario ver cómo nos humanizamos y creamos condiciones con los algoritmos que nos van un poco arrinconado”, advierte. ” Hay que volver al periodista de cabecera”,
Al finalizar la charla, se produjo un rico intercambio de ideas entre el autor y su público conformado por personalidades del ámbito jurídico, político, periodístico y gremial a quienes manifestó su agradecimiento. Hubo también reconocimiento del Cispren y les presentes por la reconocida generosidad en los aportes a los sectores de la comunicación cooperativa y autogetiva y la voluntad siempre presente de trabajar un código de ética periodística.
El autor hizo lo propio con sus afectos principales, con quienes acompañaron el proceso de elaboración, en especial a su editora Adriana Torralba Alveroni. Y destacó, que la dedicatoria fue realizada al sacerdote cordobés José Gabriel Brochero, quien bregó por el derecho a la información de los más necesitados y humildes.
La Obra Social de Empleados de Prensa de Córdoba lleva más de cuarenta años asegurando la salud de sus afiliados. Nació en 1973, de la mano de trabajadores de prensa de nuestra provincia, asociados al hoy llamado Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba.
El Círculo Sindical de la Prensa y la Comunicación de Córdoba (CISPREN), Personería Gremial 601, fue anunciado en 1973 durante el Primer Congreso Provincial de los Trabajadores de la Prensa y la Comunicación y fundado al año siguiente, en 1974 tras la fusión del Círculo de la Prensa y el Sindicato.