Una intervención artística, montada en la Cañada a la altura del Bulevar San Juan, irrumpió la noche del 23 de marzo cuando cientos de luminarias navegaron con destino al Puente Antártida anticipándose al Día Nacional de la Memoria por la Verdad y la Justicia. Una puesta para iluminar el negacionismo y desterrar el odio.
Por Katy García*
Hace más de un año Pablo Balustra pensó cómo generar respuestas para contrarrestar el negacionismo sobre el terrorismo de estado generado por la derecha durante el gobierno de Cambiemos.
El autor de la idea y promotor de esta movida es hijo de Pablo Alberto Balustra, uno de los 30 expresos políticos alojados en la Unidad Penitenciaria n° 1, fusilados en tandas y reportados como intento de fuga en 1976. Durante el juicio Videla fueron juzgados y condenados los militares responsables. (1)
La idea se fue gestando cuando “Percibo que ciertas expresiones que circulaban en las redes no surgen de un análisis. Había bronca, odio y desprecio en las palabras de funcionarios como (Darío) Lopérfido (no son 30 mil) y Pablo Avelluto (mi Golpe preferido fue el del ‘55)”, detalla. Entonces pensó cómo podía responder a esa embestida negacionista que “abre una puerta donde aflora el verdadero pensamiento que tienen sobre los golpes de estado”.
Lo primero que le surgió – como buen informático- fue reaccionar en las redes pero rápidamente emergieron los aprendizajes que hizo en el Taller Julio Cortázar “donde nos enseñaban a trabajar la represión y la bronca desde la libertad de expresión”. Aquél espacio, creado por un grupo de militantes de derechos humanos, en 1983, para las hijas y los hijos de víctimas del terrorismo de Estado, lo acogió entre los 11 y los 19 años. (3)
Está convencido que aquella experiencia fue fundamental para avanzar en el siguiente paso que fue la creación de Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia contra el Olvido y el Silencio (H.I.J.O.S) un espacio que “fue pensado para hacernos cargo de nuestra historia, llevar adelante acciones, interpelar a la sociedad y ganar la calle”. En este proceso, partiendo de la base que “la marcha del 24 de marzo es sagrada y soberana” caviló que en este momento donde se amplió la brecha una buena respuesta sería “generar intervenciones disruptivas desde el arte”.
Así nació la idea de arrojar 30.000 mil luminarias y hacerlas navegar por los cursos de agua que atraviesan la ciudad de Córdoba. “Pensé que debían salir de la esquina de Boulevard San Juan y la Cañada, un lugar donde ocurrieron hechos históricos. En la esquina de Arturo M. Bas y San Juan lo mataron al obrero metalúrgico Máximo Mena, durante el Cordobazo. Avanzar luego hacia el Puente Antártida. Otra columna iba a salir desde el Puente Santa Fe, a metros, del Colegio Manuel Belgrano símbolo de la represión estudiantil en 1978, para confluir también en el Atlántida”, explica. Pero el viento alteró parcialmente el plan.
Manos a la obra
Con la hoja de ruta en mano, se puso en contacto con el artista plástico Luis Gómez Bialet quien le dijo de movida “Pablo: esto lo tenemos que hacer o hacer”. Y ahí nomás diseñó un modelo diferente de luminaria al clásico rectangular. Creó un pañuelo flotante que viene a sintetizar y homenajear a las Madres de Plaza de Mayo y a las Abuelas por su incansable lucha durante 46 años en la búsqueda de los 30.000 mil compañeras y compañeros desaparecidos y de los 300 nietos y nietas que aún falta encontrar.
Junto a otros artistas como Jorge Asís, Mariano Sachi y Silvina Acuña fueron sumando voluntades y trabajaron en nodos. Cada uno, sumaba tres personas. “Hicimos un tutorial que indicaba los pasos a seguir para hacer la luminaria y así logramos acopiar en seis meses una cantidad representativa de luminarias hechas con materiales no degradables y lanzadas el pasado 23 de marzo, desde San Juan y Cañada”, resume.
Para la largada faltaron manos para realizar el trabajo de encender cada vela que va incrustada en la base y que requiere un par de minutos. No obstante, la espera no fue larga. Arriba, alrededor de los muros se iba sumando público. Por los altoparlantes se escuchaban las voces de las Abuelas y Madres de Plaza de Mayo en una entrevista realizada para un documental holandés el primer día del Mundial de 1978. (2)
A eso de las 20, aparecen las primeras luminarias navegando desde la Cañada con destino al Puente Antártida. En simultáneo se escuchan la melodía de Charlie García Los Dinosaurios seguida por la Sinfonía n° 9 de Ludwig van Beethoven. Los aplausos calman la emoción y no pocos se desplazaron para grabar videos y tomar fotos.
Cuenta Pablo que parte del grupo siguió el traslado para evitar que se encallen. En el puente peatonal, sonaban los temas La Memoria, y luego Cinco siglos igual, ambos de León Gieco. Chiqui La Rosa con el grupo de danzas Pata Pila y Circo danzante reciben a las primeras luminarias.
Luego entró en escena la murga Contraflor al resto cantándole a las protagonistas centrales de espaldas al público. Una vez que todas iban desembocando cerca del río fueron rescatadas. También estuvo presente desde las 17, la Biblioteca rodante Todo cabe en un Jarrito que trabaja la memoria desde los nombres y muestra los libros prohibidos durante la dictadura cívico militar. El evento termino intempestivamente debido al viento.
“Tanto la largada como la llegada fueron muy emocionantes. El sonido potente llamaba la atención a quienes pasaban por ahí y se enganchaban con la gente que ya estaba anoticiada, y la más cercana. Estuvieron chicos del Manuel Belgrano y de otros colegios secundarios”, comenta, Pablo.
“La intervención sorprendió a quienes iban caminando por la zona. Hubo gente que miraba y quizá la semana siguiente se enteró de qué se trataba”, agrega.
Lamenta que por el viento no se pudo lograr, como estaba previsto, que las diminutas embarcaciones desemboquen en el río y pueda registrarse “otro símbolo” que se observa desde arriba y que es una “v” corta que resignifican “como la victoria del amor sobre el odio, la bronca, y la indiferencia”, señala.
Placas por las redes
Otra movida que llevaron a cabo un mes atrás siempre en la línea de difundir la actividad y recordar a personas que dejaron marcas en la historia de lucha de los Organismos de derechos humanos. Cada placa lleva una frase dicha por estas personas. Por ejemplo, estas dos.
“Hasta el último día de mi vida y con mi último aliento seguiré exigiendo justicia”, Clara Aurelli de López, Fedecom, 1985.
“A nuestros niños debemos enseñarles a usar la paleta con todos los colores posibles y no olvidar el compromiso con la belleza…”. Alfredo Echevarrieta.
“Joan Manuel, estos son nuestros niños por la vida”. Roger Becerra, Coordinador del Taller Julio Cortázar, con motivo de la visita del Serrat.
“Mientras quede un nieto que no fue recuperado y un cuerpo enterrado en alguna parte como NN, nosotros vamos a seguir reclamando”, Emilia Villares de D’Ambra. Familiares de Córdoba.
“He perdido lo más importante de mi vida, no me asustan los fusiles…”. Don Rufa, octubre de 1976.
“Somos la patota del taller, Julio Cortázar, largue todo y venga volando que se está gestando una generación”. Talleristas y niños rumbo a la Isla Crisol con Toto López.
A la hora de evaluar, Pablo habla en nombre del grupo y asegura que está conforme con lo realizado porque se hizo desde una mirada colectiva. En lo personal destaca que contó con el apoyo decisivo de su esposa Alejandra y de sus hijos Pablito y Loló. A manera de reflexión reafirma la importancia que tuvo su paso por el Taller Julio Cortázar y subraya que como aprendizaje le sigue rondando la idea de recuperar “la impronta que nosotros mismos pensamos, cuando fundamos H.I.J.O.S. Intervenir en la calle.”
Notas
1-Pablo Alberto Balustra quedó parapléjico por la tortura. Tenía 33 años. En ese estado, lo internaban en el Hospital de Urgencias y lo volvían a traer a la cárcel hasta que fue retirado junto a Jorge García, Oscar Hubert, Miguel Ángel Ceballos, Florencio Díaz y Marta González de Baronetto.
2-Ver el video con la entrevista original aquí
3-Ver nota sobre el Taller Julio Cortázar
*Agencia Prensared. Imágenes Grupo Luminarias.