La biografía de Iris Pavón dialoga con los movimientos libertarios a los que adhirió y prestó su pasión revolucionaria. La obra presentada por Alexis Oliva y Graciela Rojas, nieta de la poetisa, revela la autodeterminación de una mujer que creó redes desde Cruz del Eje, la ciudad donde desarrolló su ideario.
Anarquista y constante, acompañó la causa de los presos de Bragado ( 1931), acontecimiento que tuvo su paralelismo en el juicio escandaloso de Sacco y Vanzetti que había sucedido en los Estados Unidos (1927). La impronta de Iris explica la invisibilización de su figura, maniobra que castigó sistemáticamente la actividad anarquista en el país. Pacifista y luchadora, Iris Pavón utilizó la palabra para alertar, encender conciencias y denunciar los atropellos a las libertades y los derechos humanos. Su libro es una ventana a la turbulenta década de 1930 con la complejidad de una lucha que desafió prejuicios, violencias y olvido. Una corta vida (apenas 44 años) que el libro rescata y pone bajo la luz de la historia de Córdoba.
Iris Pavón nació en un hogar proletario en la localidad de Lobería en 1906 y se trasladó a Córdoba, en principio a la localidad de Deán Funes y luego a Cruz del Eje, donde desplegó su escritura, militancia social y personalidad que le costó la cárcel, sin motivo concreto alguno y fue detenida junto a su compañero Marcos Dukelsky entre el 10 de enero y e l 10 de agosto de 1944. La escritora falleció un 13 de septiembre de 1951.
«Pasión de Justicia», es el libro que se editó después de su fallecimiento y ahora se vuelve a reeditar (Sorridad ediciones). El mismo es una compilación de textos escritos por Iris T. Pavón entre los años 1921 y 1947, reunidos por el periódico libertario «Reconstruir», en el cual ella colaboraba. Allí se encuentran textos de su autoría en verso y prosa y correspondencias que escribió y hablan de sus ideales y luchas por la liberación de los presos, la justicia social y el autoritarismo en todas sus formas.
La actividad fue organizada en el Centro de Documentación «Juan C. Garat» por la Secretaria de Cultura del Cispren.
Entre sus poemas «Huesos», dedicado a la primera víctima del Dique de Cruz del Eje, muerto en un accidente de trabajo, es uno quizá de sus poemas más movilidantes y conmovedores.
Huesos
A la primera víctima del Dique de Cruz del Eje. Muerto en accidente de trabajo.
Jacinto Ercolín Arrieta, tu nombre no tendrá una placa en el murallón del Dique de Cruz del Eje, ni tu memoria estará presente en los homenajes oficiales, mas nosotros, los tuyos, no te olvidaremos.
¡Huesos! Huesos triturados, macerados, molidos,
huesos doblados hacia la tierra,
huesos arrancados de sus articulaciones,
huesos en astillas, mutilados, desechos,
huesos que rompen el ritmo del esqueleto,
fémures y tibias reemplazados por la muleta o la pata de palo,
falanges que castañetean ausentes de las manos,
clavículas hundidas en los pulmones,
vértebras dislocadas por el trabajo y las humillaciones,
cúbitos y radios que dejaron vacía la manga de la chaqueta
que el viento agita como un guiñapo
o como una bandera,
frontales y parietales clavados al cerebro,
mandíbulas olvidadas de su función natural,
molares carcomidos por la falta de calcio,
¡huesos!, ¡huesos!,
triturados, astillados, molidos,
huesos de parias irredentos,
huesos de proletarios,
bajo el asfalto de las carreteras,
por donde corren los automóviles,
bajo los terraplenes
de las vías de acero de los ferrocarriles,
en las bóvedas de los túneles,
en los engranajes de las máquinas,
en las galerías de las ruinas
mezclados con el carbón o el hierro
con que encendemos nuestro fuego
o forjamos la reja.
Huesos de proletarios,
hormigón humano
hecho con esqueletos triturados
y con sudor y sangre de los esclavos modernos,
hormigón que afirma los pilares de los puentes,
las bóvedas y las cúpulas de las catedrales
y el orgullo de los rascacielos que agujerean el azul.
Huesos dislocados en las hachadas,
en los yerbales, en las zafras,
huesos de esclavos negros y blancos
y amarillos y rojos,
huesos en todas las latitudes
en todos los continentes.
Huesos! ¡Huesos!
Huesos triturados que nos duelen en nuestra sangre,
astillas de huesos que se nos clavan en la garganta,
polvo de huesos que crujen entre nuestros dientes,
ceniza de huesos en el agua y en el aire,
en las mañanas sin celajes,
en las tardes sin pájaros,
en las noches sin astros
de los tuberculosos y los mutilados,
de los hambrientos, de los sifilosos
de los hospitales y manicomios o las cárceles.
¡Huesos! ¡Huesos!
¡Huesos de proletarios!
¡Oh! un día os reuniremos,
os sacaremos de las minas,
de los engranajes, de los muros,
del aire, del agua,
y de las mañanas y las tardes y las noches,
devolveremos las falanges a las manos,
enderezaremos las vértebras dobladas,
llenaremos las mangas vacías de las chaquetas,
cambiaremos la pata de palo por el fémur y la tibia,
liberaremos los pulmones oprimidos
por los omóplatos y las costillas quebradas,
y el cerebro de parietales y frontales hundidos,
y pondremos luz en los cuencos vacíos,
y puños cerrados en los muñones sangrientos,
y buscaremos por todas las latitudes
por todos los continentes
el polvo de los huesos de los nuestros,
y con el sudor y las lágrimas
vertidas por el dolor milenario
de los esclavos,
amasaremos la levadura
fermento de la lucha santa
por la redención de los parias.
Y serán las mañanas con celajes
y las tardes con pájaros
y las noches con astros
en un mundo sin tuberculosos ni sifilíticos,
ni mutilados, ni hambrientos,
en un planeta sin hospitales,
y sin manicomios y sin cárceles.
Noviembre de 1940
Iris T. Pavón
El periodista Alexis Oliva retratando giros de la vida de la poetisa Iris T. Pavón.