Por Myriam Mohaded (*).
“Ese hongo anaranjado y húmedo pegado en la corteza de este tronco en el monte/ es mi oreja, y escucha, hasta el más leve, todos los ruidos de la tierra”, decía el poeta salteño Manuel José Castilla, en uno de sus últimos libros. Abrevaba entonces la presencia del paisaje y de la geografía humana del norte argentino.
En un rincón de Cosquín, la voz de Castilla se hace poesía y canción en el escenario “Armando Tejada Gomez”, en el 15º Encuentro de Poetas con la Gente, uno de los escasos espacios dentro del festival que forjan, con esfuerzo y resistencia, un ámbito donde la poesía perdura. Allí, el sino del cancionero popular convoca a artistas, poetas, músicos, en un ámbito que año tras año exponen lo mejor de los clásicos y los noveles. “El cancionero popular es como un árbol, con sus raíces, sus ramificaciones, sus frutos”, dispara el músico y compositor Mario Díaz, en la noche de homenaje a Castilla. “La canción es el género musical más transitado y para nosotros dentro de la música popular es muy importante. Por alguna razón, los poetas de libros se volcaron a trabajar la canción. Por caso, Jaime Dávalos, Hamlet Lima Quintana, Ariel Petrocelli, Ariel Ferrano, Armando Tejada Gómez o Manuel J. Castilla quienes dejaron una obra que tiene ese rasgo de lo perdurable. En ese enorme océano de poesía, Castilla es un referente, quien comienza a escribir abreva en esa fuente a la que necesariamente tenés que ir para aprender. A mí me sirvió de inspiración y es un espejo en el cual me miro siempre para ver qué es lo que hago y buscar inspiración en sus letras y sus canciones”.
Marío Díaz va más allá de las fluctuaciones de las preferencias musicales del momento. Habla sobre la construcción del gusto, la edición, la renovación dentro del género, tema que fue, junto a Claudio Díaz, investigador de la música popular argentina, debate en el Encuentro del Hombre y su Cultura.“Todas son construcciones y lo que es nuevo mañana puede ser tradicional y lo tradicional quizá no lo sea tanto, son decisiones complejas que toman determinados sectores por razones políticas, económicas que se definen de determinada manera”.
“Aunque faltan espacios, en Córdoba hay una movida fuerte de gente que produce, se junta y eso está muy bueno porque acá tiramos el carro entre todos, sino después tenés los grandes monstruos de la industria discográfica o el gusto de la gente que al estar tan direccionado pasa por otro lado. Hay un montón de razones que han contribuido para que lleguemos a este punto. La elección de la poesía hoy está como difícil, porque como dice el sociólogo del Chaco, Francisco “Tete” Romero, en las décadas del ´50, ´60, ´70 cualquier persona hablante manejaba entre seis u ocho mil palabras y ahora está entre las seiscientas y ochocientas. Es un dato que algo dice, algo está en retirada. Para leer poesía tenés que poseer capacidad para metaforizar, para entender, cambiar el sentido real por el sentido figurado. Hay que tener palabras en la cabeza para entender, comprender, disfrutar”.
De solo estar nomás…
Uno cuenta sus cosas… decía Castilla pero su voz no está sola. En el Encuentro, se inmiscuye en las más de cien personas que hoy disfrutan de compartir aquí. El poeta Hugo Rivella, que acompañó este año desde la organización, resalta que participan tanto ignotos como conocidos. Dice que todo pasa por la cabeza y el corazón. Se refiere entonces al poeta Oscar Vera y a Rodolfo Herrero, organizadores del mismo, y resalta que son quienes seleccionan la obra que va a ser publicada. “De a poco, se reconstruye una memoria de Cosquín, recordando el encuentro de poetas que fue hace años y es eso lo que se rescata”.
Cuando a Rivella se le consulta acerca de la convivencia de propuestas del escenario y espacios como este, reconoce más bien un “divorcio” pero sin desconocer que también es una voz que la permite la comisión.
Rodolfo Herrero, organizador del encuentro, comenta que si bien este año no se pudo imprimir el libro “Los poetas que cantan”, lo mismo creemos que para los músicos es valioso este espacio como también para la gente que apoya el proyecto cultural, que forma parte del festival de Cosquín. “El condimento es que los creadores tienen un espacio para la palabra y la música tanto aquí como en las casas, morada de los poetas, que luego se extiende hasta encontrarnos aquí, alimentando este fervor cultural que late en el escenario”, comenta.
Para Carlos “Piro” Garro Aguilar, “el Encuentro es un bastión, un espacio de resistencia cultural que se transformó en un lugar que tiene importancia nacional. Digo un lugar de resistencia, porque también vinieron las Abuelas y las Madres, los poetas y cantores populares.”
La voz del poeta y escritor Hernán Jaeggi dejó su registro de palabra comprometida en la noche coscoína. “Para mí es un punto de encuentro donde los poetas pueden hacer escuchar su voz y encontrarse con la gente. Es un lugar de comunión, en el que se puede establecer algún tipo de relación entre la palabra poética y el que escucha. Además, no son muy abundantes estos espacios que tienen esa proyección que va más allá de la provincia de Córdoba, donde intercambiamos experiencias de creación y de vida. Como dice Piro, de alguna manera es un espacio de resistencia cultural donde la poesía sigue manifestando de que es la vida, porque sabemos que la poesía en el mercado editorial ocupa un lugar secundario, presupone que no tiene público, que los libros de poesía no se venden, pero, sin embargo, seguimos existiendo y la palabra poética se difunde gracias a lugares como estos”.
En la antesala del Encuentro, se inauguró una exquisita exposición de obras del ilustrador y dibujante Juan Delfini en torno a los artistas populares. La propuesta reunió artistas y escritores de diversas generaciones y estilos: Susana Cabuchi, Laura García del Castaño, Tina Elorriaga y Mariela Laudecino de Córdoba, Lucía Carmona (La Rioja), Alfonso Nassif (Santiago del Estero), Leandro Calle (de Buenos Aires, radicado en Córdoba), Lucío Albirosa (,Mendoza) Mariela Laudecino, Luis Carlos Garro (San Luis), entre otros.
En cuanto a los músicos participaron José Luis Aguirre, Miguel Ángel Toledo, Sara Mamaní, Fava Kingard, José Ceña, y Adriana Tula.
“Me dejo estar sobre la tierra porque soy el gozante.
El que bajo las nubes se queda silencioso.
Pienso: si alguno me tocara las manos
Se iría enloquecido de eternidad,
Húmedo de astros lilas, relucientes.
Estoy solo de espaldas transformándome.
En este mismo instante un saurio me envejece y soy leña
Y miro por los ojos de las alas de las mariposas
Un ocaso vinoso y transparente.
En mis ojos cobijo todo el ramaje vivo del quebracho.
De mí nacen los gérmenes de todas las semillas y los
riego llorando con rocío.
Fragmento de El Gozante- Manuel J. Castilla – Junio 1970)