“Cuando llega el dragón”, el cuento de la cordobesa Maricel Palomeque, obtuvo una Mención en el Premio Casa de las Américas 2015 en la categoría Literatura para niños y Jóvenes, en un jurado integrado por la prestigiosa escritora Ema Wolf. La comunicadora y docente, comparte impresiones acerca del premio y ese relato fantástico de seres mitológicos.
Por Myriam Mohaded
“Fue antes, recuerdan los oderios. Incluso antes de que gruñera el volcán y antes de que el río encontrara su cauce. Venía de a pie. No porque estuviera herido, sino que prefería rastrillar el paisaje con la avidez del caminante que busca un destino. Era un dragón rojo, tan alto como las araucarias. Decía conocer el origen del fuego, hablaba de robalontes, podía atravesar los ciclos del sol y de la luna”, es parte del relato de la historia que transitan los oderios y un dragón sabio y soñador.
– ¿Qué te movilizó a escribir esta ficción? ¿Crees que hay rastros de oderios y dragones?
Venía escribiendo cuentos con dragones… Entre producción y correcciones, comencé una clínica de obra con Federico Falco y allí emergieron los oderios: me gustó la idea de trabajarlos en escenas, de ver cómo se iban cruzando las miradas de unos y otros, fragmentadas.
El eje que recorre todo el relato se relaciona con algunas de las cosmovisiones precolombinas, para mí una fuente inagotable de inspiración, que me venían seduciendo desde hacía tiempo y las cuales fui completando y profundizando en distintos viajes por Latinoamérica.
– ¿Qué significa esta mención para vos?
Ahora sí que es el momento de tomarme la literatura más en serio. No es que antes no lo hiciera, pero, a veces, postergo la escritura para dedicarme a otras actividades que también me gustan como la docencia y el periodismo.
Me enteré del fallo mientras estaba de vacaciones, en México, en medio de un viaje maravilloso. Sentí una mezcla de emociones, todas juntas y al mismo tiempo: alegría, gratitud, sorpresa, orgullo…
– ¿Cómo es que decidiste enviarlo?
Es un texto en el que vengo trabajando desde hace bastante tiempo -lo comencé a mediados del 2011- y al que ya no quería cambiarle ni una coma. Estaba listo para ser leído: o lo presentaba a concurso, o le buscaba algún camino editorial, no admitía más corrección… Entre las dos opciones, el Casa de las Américas fue la oportunidad perfecta.
– Ema Wolf, uno de los referentes más importantes de la literatura infanto juvenil, fue una de los jurados del concurso, ¿qué dice esto para vos?
Esa fue la mayor sorpresa y alegría para mí, ¡cuando supe que Ema era parte del jurado! Nadie maneja el humor mejor que ella. Su narrativa es desopilante y cualquier lector, sin importar la edad, puede disfrutarla. Antes de leer alguno de sus libros sé que me voy a reír, sé que me va a llevar por un camino que nunca hubiera imaginado, sé que me va a guiñar un ojo, cómplice, sin explicarme demasiado. Eso es la buena literatura, el disfrute absoluto a través de la palabra.
– ¿El cuento será editado?
Aún no lo sé… Espero que sí. Caso contrario, tendré que retomar la segunda opción que es golpear las puertas de las editoriales y tal vez encontrar a un ilustrador que acompañe y complemente la historia.
Actualmente Maricel divide el tiempo en dos momentos: por la mañana trabaja en un negocio familiar atendiendo al público y, por las tardes, es docente de nuevas tecnologías en el Nivel Medio. También coordina un taller de escritura, es periodista free-lance, escribe cuentos para chicos y grandes, y, desde el año pasado, también juega al handball. Mientras, vive de lo que trabaja, y elucubra nuevas historias para escribir y disfruta de la Mención.
La Casa de las Américas propicia el certamen desde hace más de cincuenta años con el fin de promover la literatura latinoamericana. El jurado del concurso estuvo integrado por Ema Wolf, de Argentina, Edgar Allan García (Ecuador) y Rubén Darío Salazar (Chile). El primer premio fue para la cubana Mildre Hernández con su cuento, El niño congelado.