Sol Donaire y Wanda Leiguarda, dos escritoras cordobesas que supieron utilizar la fuerza de la poética para subtitular el silencio de sus cuerpos. Duelos, impotencias e injusticias son algunos de los tópicos que sus páginas presentan. Dos libros de poesía que rondan sobre la siguiente pregunta: ¿Se puede corromper la desprolijidad de lo no dicho con la precisión de la poesía?

Por Redacción* 

En la mesa de un café alguien escribe por primera vez unos versos. Tiene 22 años, acaba de salir de terapia y el mundo es un pesado signo de interrogación sobre su cabeza. No tiene pensado mostrarle jamás a nadie esos textos, sin embargo, en ese preciso momento, y como si de una epifanía se tratase, la idea de escribir un libro empieza a gestarse: el gran signo de interrogación empieza a sentirse más liviano.

En una playa de México alguien visualiza por primera vez su libro. La reciente mayoría de edad le palpita furiosamente en el cuerpo, y esa adolescencia programada es impulso para que sus pies sacudan la granulada arena blanca y empiecen a caminar lo que la sangre juvenil promete: la propia senda de los anhelos. 

Dos mujeres, en dos lugares del mundo diferentes, sienten lo mismo: las ansiadas ganas de que alguien las lea luego de tanto pacto con el silencio. 

Sol y Wanda no se quedan en el volátil mundo de los sueños, y prometen conquistar el terrenal con las palabras. Dos mujeres cordobesas que encontraron la salida de emergencia en la poesía e hicieron con ellas libros que subtitulan los dolores de sus cuerpos silenciados: “Cría – diecisiete poemas para leer con música clásica” de Wanda Leiguarda, y “Profanando el Silencio” de Sol Donaire, se abren paso en la literatura contemporánea, relatando de manera punzante lo que significa morir, cuantas veces sea necesario, para luego volver a nacer.

Wanda Leiguarda necesitó seis años para transformar lo callado en poesía. “Cría – 17 poemas para leer con música clásica” lo refleja: “‘Cría’ es una poesía reunida, desde mis 14 hasta mis 20 años, que intenta mostrar las transformaciones que yo pasé durante ese periodo de tiempo”, cuenta Wanda, “Mi objetivo con el libro es demostrar que vamos transitando muchas transformaciones en la vida y por consiguiente muchas muertes, y cómo al atravesarlas nos llevan a una transformación más humana”, expresa.

Sol Donaire, autora de “Profanando el Silencio” redobla con una respuesta que coloca al cuerpo como protagonista de la escena: “Mi libro, “Profanando el Silencio”, es una posición en sí. Es correrse de la quietud, es dejar de callarnos, dejar de quedarnos en lugares que no están buenos, tomar posturas y posicionarse” .

Ambas autoras publicaron su libro en Córdoba con la productora cordobesa “EMS Producciones”. Trabajaron junto a un equipo de mujeres y llevaron adelante sus libros de manera autogestiva. 
“Cría” fue publicado por primera vez en octubre de 2020 y “Profanando el Silencio” en diciembre de 2019. Ambos libros abrieron el 2021 con su segunda edición.

Wanda y Sol tienen muchas cosas en común, más allá de las letras, ambas vienen de la rama del teatro y la consciencia que tienen sobre sus propios cuerpos no es para dejar de lado: “Yo escribo con y para el cuerpo. No creo que el cuerpo y la escritura, o la actuación y la escritura, estén separados. Estas artes, que son muy corpóreas, van de la mano”, cuenta Sol.

“Mi libro está planteado desde un lugar performático, porque yo no soy una intelectual de la escritura, yo soy actriz e intérprete de teatro musical, entonces la escena en mi vida tiene un peso súper importante”, dice Wanda. 

“Cría – 17 poemas para leer con música clásica”

“Hablemos en términos binarios
como si fuésemos máquinas
como le gusta a la gente común:
¿cómo es que llegamos a creer
que somos una definición fija y resuelta?
mujer, varón
varón, mujer
del útero al cajón
sin reclamos ni devolución
moldería homogénea de cuerpos,
un producto en serie”

Pensado para ser presentado sobre las tarimas, el libro de Wanda es una recopilación de escenas constantes que reflejan lo que la autora es: una persona que se anima a jugar con la emocionalidad de las palabras y no tiene miedo de desafiar a sus lectores invitándolos a participar de su erótico, intenso e íntimo mundo.

“Cría” es una poesía lírica fusionada con la tragicomedia y la prosa. Gira en torno al goce, el dolor, la nostalgia, el placer, y sobre todo, la muerte. 

“Es un libro que ronda en torno al valor del cuerpo y lo que sos sin el peso del deber ser, es una revancha hacia todo eso que te dicen que tenés que ser”, cuenta la escritora.

Cuando Wanda empezó a seleccionar los textos que iban a componer su libro, estaba deprimida. El encierro pandémico le devoró la poesía cotidiana, y el no poder ver a sus amigos y familia la tenía “hecha un bollo en la cama”. Cuenta que el proceso de seleccionar los textos “fue un impulso para salir del pozo”.

“‘Cría’ para mí es un tejido que respira”, asegura Wanda. “Habla acerca de hacernos cargo de quienes somos, dejar de poner expectativas y peso en gente externa, y decir ‘yo soy quien tiene que cuidar de mí y me tengo que respetar’”.

Wanda de chica era dispersa, tanto que una profesora de inglés le recomendó estudiar con Mozart de fondo, ya que según estudios favorecía a la concentración. “Desde los 14 años empecé a estudiar con música, y me di cuenta que me inspiraba más que para estudiar, para escribir”. Parte del título de su libro es un emblema a ese momento: “diecisiete poemas para leer con música clásica”.

“Profanando el silencio”

«Mi cuerpo pide ser habitado.
Exige ser respetado, exige:
quitarle el peso a los kilos,
quitarle el peso a los miedos,
quitarle el peso a su mirada.
Mi cuerpo es mi memoria.
Mi cuerpo es territorio
¡mi territorio!
No ose conquistarlo más,
deje de reprimirlo.
Desista de intentar controlarlo.
Mi cuerpo es rebeldía,
mi cuerpo es expresión,
es poder”

Por su lado, “Profanando el Silencio” es un “laboratorio experimental de textos ya que aborda, desde la prosa y la narrativa, distintas temáticas: el sexo, el amor, los vínculos”, cuenta Sol.

Escrito desde un lugar de joven-adulta, con algunas «regresiones hacia el pasado», Sol presenta temas tan comunes como tabús: problemas alimenticios, duelos, conflictos con el cuerpo, desamores. 

Sol define el proceso de escribir su libro cómo “intenso”: “Empezás a pensar cómo querés que el mundo conozca tu yo lírico. Escribir el libro me llevó a dos cosas, por momentos a necesitar encerrarme y ser solo palabras, y por momentos ir a buscar recursos al afuera. Yo escribo mucho desde el cuerpo y para el cuerpo, porque soy actriz, entonces el encuentro con un otro me ayuda. Esto también genera esa intensidad y esa intimidad que intento plasmar en el libro”.

Leer la poesía de Sol es animarse a que el cuerpo sienta, vibre y se conecte con lo relatado. “Desde y para el cuerpo”, remarca Sol. 

Ambos libros son una postura política hacia el hecho de ser mujeres que rompen silencios impuestos. 

“Yo agradezco y honro a las mujeres que lucharon para que yo hoy pueda estar escribiendo este libro, porque es un privilegio y un derecho adquirido, sin embargo, no es un lugar cómodo para mí” explica Sol, “Falta mucho tiempo para que esté todo terminado y eso me incomoda, ver que unas sí podemos y otras no porque no tienen ese acceso, o no tienen los mismos privilegios. Eso es lo incómodo, pero también me lleva a tomar posición. Cuando te incomodas lo único que te queda es moverte de la incomodidad. Ver qué te pasa con eso, qué hay detrás de lo incómodo. Ver cómo aportar a que todas tengamos estos privilegios o derechos”.

Wanda, por su lado, cuenta que tener la posibilidad de ser mujer y escribir un libro la hace sentir “muy poderosa” y a la vez “agradecida por las puertas que se nos abrieron en este último tiempo a las mujeres. Pensar en todos los derechos que quedan por conquistar me hace sentir esperanzada”, confiesa la autora.

La pregunta se vuelve a abrir: ¿para qué escriben las mujeres? ¿Puede la palabra ser una manera de poner el cuerpo? ¿un acto revolucionario? ¿una rebeldía literaria? ¿Qué rol cumple la poesía cuando se la necesita para comunicar todo lo que el analfabeto cuerpo no puede? ¿Cómo se hace para escribir sobre lo que se ocultó amargamente durante años bajo la lengua y no morir atragantadas en ese intento de letrada expulsión?

Wanda escribe porque es la opción que encontró para expresarse, dentro de un contexto actual que mantiene cerrados los escenarios. 

Sol escribe para salvarse de sus monstruos imaginarios y reales. 

Tal vez, las mujeres escriben para eso: para hacerse escuchar dentro de un mundo que insiste con silenciarlas.

Fuente: Nota publicada en Hoy Día Cordoba:https://bit.ly/3gtqhoj . Autora: Francisca Bottaro.

 

 

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