El abogado y periodista que  trabajó en el diario Córdoba entre 1971 y 1978 narra su experiencia en el histórico vespertino. El tratamiento de la información. La censura. La cultura periodística y el valor de esta publicación fueron algunos de los temas desarrollados.

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Por Myriam Mohaded

César Arese (*), recorre sus páginas reconociendo cada detalle que da luz a quienes no conocen su historia con datos, recuerdos, imágenes que ayudan a reconstruirla, interpretarla y develarla. Un diario “Córdoba” está abierto en abril de 1973. “Realizose sepelio de Irarren”, “Talleres venció a Huracán 3-1”, “Está en Córdoba el Dr. Cámpora”, “Obregón Cano ganó con una ventaja de 86.553 votos”, son algunos de los titulares centrales de esos días convulsionados.

Arese ejerció en el Córdoba el oficio del periodismo entre 1971 y 1978, año en el que se dio por despedido puesto que le modificaron sus condiciones laborales. Visita con detenimiento cada una de sus páginas, mira las noticias con ahínco y reconoce en una de ellas al “Flaco Fiori” haciendo un reportaje. En esa época se estilaba  que la foto del reporteado se hiciera junto al periodista.  Es motivo para iniciar el diálogo.

“Había hecho el servicio militar y tenía que buscar un trabajo. Era enero o febrero de 1971, y me lo crucé a Daniel Fiori, con quien éramos compañeros en la Facultad de Derecho y era periodista del diario. Le digo que necesitaba trabajar y así fue como me ayudó a incorporarme a la sección Deportes como cronista volante, que era el modo en que se ingresaba. Recuerdo que mi primera experiencia la hice con una nota al plantel de Boca que paraba en el Hotel Crillón. La verdad no tenía la más mínima idea de quiénes eran los jugadores, así que compré la revista El Gráfico, me puse a leerla y partí a hacer las notas. Nos juntábamos los viernes a la mañana, donde recuerdo que estaban, entre otros, Rubén Goldberg, Ramón Gómez, Juanchi González. Ese día se distribuía el trabajo y nos decían qué tipo de cobertura había que hacer ya sea en fútbol, hockey o lo que fuera. Nosotros redactábamos la nota y se la entregábamos al jefe de la sección”.

–         ¿Qué particularidades tenía la sección de Deportes?

La sección deportiva traía muchísima información, diría que tenía dos partes. Por un lado, la externa de cronistas volantes, y, por otro, una mayoría integrada por un grupo de periodistas que eran intelectuales, no eran futboleros o periodistas de escuela, sino que eran licenciados en Letras, Matemáticas, gente muy preparada. En Deportes estuve varios años, y de esa manera entré a información general. Deportes era un mundo aparte de la redacción que tenía  las secciones Política, Gremiales, Cultura, Casa de Gobierno, Policiales y Cables.

Tiempos difíciles

Cada página del Córdoba lo transporta a una y otra historia a este periodista y abogado que siempre estuvo vinculado al Cispren. Las recorre con pausas, donde cada texto es pretexto de análisis. Una imagen pequeña da cuenta de una pareja que iba en moto y fue asesinada. Eran tiempos de censuras, desapariciones y muerte. “Se publicaba todo lo que ocurría pero con censura, por ejemplo el asesinato de esta pareja sin ningún tipo de acotación, no se toma como un suceso político, sino como un hecho policial. Era una censura directa. Los diarios estaban controlados. Por ejemplo, en una época con Piero Astori, había un fondo que se cobraba con el boleto destinado al mejoramiento del transporte. El coronel Héctor Romanutti, intendente de Córdoba, decidió que ese fondo fuera a las empresas, la cuestión es que Elpidio González hizo una nota diciendo que era un verdadero regalo. Romanutti le respondió al diario mediante la cadena provincial de radiodifusión e inmediatamente se llamó al diario para que se rectifique la información, y así tuvo que ser. O bien, recuerdo un pedido del aumento de sueldo, que al petitorio aún lo tengo, donde solicitábamos que se contemplara el ajuste. Dicen que este día estuvieron a punto de meternos preso.

–          ¿Cómo era la práctica periodística profesional? ¿De qué manera se vivía la censura?

Hubo dos etapas, una en el año 1971, en plena dictadura militar de Lanusse, la influencia sobre el diario era a través de la publicidad, el lobby, de indicaciones realizadas más bien a la dirección. Pero luego, en el año 1975, en la época pregolpista, era una cuestión cotidiana. Los diarios eran amenazados y el temor del contexto también se vivía fuertemente dentro de las redacciones, había atentados todas las noches. A partir de entonces, la censura que se ejercía era directa, los originales de  los diarios  se mandaban a la Casa de Gobierno antes de que salieran a la calle. En ese tiempo estaba José W. Agusti, hasta que a fines del `76 lo compra Piero Astori. Nosotros no tuvimos una represión directa en el diario. Sí hubo compañeros que se fueron porque iban a ser despedidos. En el caso de Luis Reinaudi, durante 1978 estuvo detenido y desaparecido durante un año pero no fue estrictamente por su labor periodística si no por su militancia en los Derechos Humanos. De todas formas, el diario lo despidió sin darle un peso.

–          ¿Qué cambió con el ingreso de Astori?

Sí ahí se da otra cosa porque Agusti era un periodista empresario pero propietario unipersonal del diario. No había directorio. En 1976, se comienzan las gestiones para la venta al grupo Astori, pero además el cambio a la dictadura militar coincidió con la creación de la Fundación Mediterránea que estaba constituida por empresarios cordobeses, encabezados por Astori, que creyeron oportuno tener influencia en el ámbito económico. La Fundación Mediterránea era, por un lado,  un foco de generación de cuadros para ocupar cargos en el gobierno y, por otro, tener medios para insertarse en la vida pública. El ingreso de Astori significó una entrada de dinero importante y la salida del Tiempo de Córdoba. El “Tiempo de Córdoba” (1978) fue un diario muy moderno, porque  a partir de entonces se deja la vieja gráfica en plomo para ingresar al off set. Además se contrataron muy buenos diseñadores gráficos para armar el diario, que fue copiado de La Stampa de Torino (Italia), porque Astori era de esa zona. El primer director con Astori fue Romero Victorica, y Santiago Pérez  Gaudio estaba a cargo de la redacción.

–         Junto al Córdoba estaban La Voz del Interior y los Principios, ¿cuál era la importancia de los mismos?

Los tres diarios eran de igual importancia, con públicos diferentes. Podríamos decir que “Los Principios” era un periódico dirigido a la elite de Córdoba, a las clases tradicionales y conservadoras. “La Voz del Interior” siempre fue más dinámico, republicano, liberal, filo radical y el “Córdoba” era más progresista, casi de izquierda y ocupó el espacio popular con noticias resonantes del día especialmente en deporte y policiales que salía a las cuatro de la tarde y se vendía hasta la noche.

–         ¿Qué tirada tenía?

No sabría con precisión, pero hubo picos entre 130 y 140 mil diarios por día. Por ejemplo, cuando una mañana fue emboscado y se asaltó un camión blindado camino a Villa Carlos Paz, con un fuerte tiroteo. Esa noticia fue de un extraordinario impacto y la rotativa no paró hasta la noche. Hay que recordar que en esa época la información se transmitía, por supuesto, por la radio y la televisión en menor medida, y la gente leía muchísimo el diario, lo esperaba para saber los resultados del partido de fútbol, la quiniela, los sucesos del día. En esa época, nada más gráfico que una imagen clásica donde los canillitas se agolpaban en los talleres del diario y salían corriendo para vocear en el centro los titulares. Ellos hacían recorridos específicos.

–         ¿Cómo fue tu participación cuando cierra el Córdoba?

Yo estaba como abogado del Sindicato. Fue un proceso largo y traumático. Fue bravo porque duró años, y etapas con situaciones dramáticas de falta de cobro de sueldos, traslados de locales, idas y vueltas políticas, uno de los tantos cierres con ocupación del diario hasta el cierre definitivo.  En medio de todo esto, los trabajadores  hicieron todas las medidas: ollas populares, manifestaciones, ediciones especiales, tomas de la planta, huelga de hambre. Incluso en un momento en que el diario estaba casi liquidado, resucitó porque el gobierno de Angeloz puso dinero. Fue un proceso de varios años hasta que se extinguió y, por cierto, al ser una quiebra, nadie cobró nada y quedaron en la calle entre setenta y ochenta familias.

 

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–         ¿Qué hay de la cultura periodística de entonces?

Entrábamos al mediodía y tipo tres de la tarde tenías que tener casi todo listo. El diario debía estar armado y allí comenzaba el secretario de Redacción a pedirnos escribí diez líneas más, bajá veinte y la adrenalina era fuerte. En el staff periodístico éramos unos treinta. Luego, con  el  “Tiempo de Córdoba” se incrementó mucho, porque se crearon varios suplementos, y eso significó una redacción de una estructura más compleja. Se  vivía de otro modo, éramos muy unidos, de salir, juntarnos, jugar al fútbol, al básquet,  celebrar el 7 de junio, o bien cuando alguien estaba en problemas nos asistíamos.

–         ¿Cómo se daba el tratamiento periodístico a las informaciones?

La búsqueda de la primicia es inherente al periodista, pero por ejemplo, el diario tenía otro reportaje de la semana que era una sección donde se destacaban los personajes de Córdoba a cada momento. Por supuesto eso significaba información. No era un diario que se caracterizara por su análisis, tenía sus columnas, sus secciones, pero no era de opinión, tenía también chimenteros. Pero bueno fue un diario que tuvo una trayectoria potente en la ciudad de Córdoba, no diría que fue el segundo diario, si no que estuvo a la par de la Voz y Los Principios una gran etapa, hasta su decadencia. Tuvo una presencia muy importante en la vida institucional de Córdoba y del país, era un diario provincial que llegaba a todo el interior. De hecho, algunas veces hacíamos chivos, íbamos a las municipalidades del interior y se hacían notas con instituciones y empresas.

–         Vos fuiste delegado del diario.

Yo era delegado, pero como tal en la dictadura no tenías mucho por hacer ya que estaban intervenidas las actividades sindicales. El mandato se me prorrogó, incluso el Sindicato de Prensa estuvo intervenido hasta 1982, donde se unificó el Círculo de la Prensa y el Sindicato.

–         ¿Cuál es el valor que le otorgás al Córdoba como publicación histórica?

Es un patrimonio cultural de Córdoba, parte de la historia de la provincia está en estas páginas, además es una fuente ineludible para expertos e  investigadores, muchas veces única y representa la vida cultural política social de una parte de la sociedad y que como tal también sufrió los avatares del periodismo y de la historia del país.

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César Arese junto al equipo que trabaja la preservación y conservación del diario Córdoba.

–         ¿Qué fue de su archivo?

El archivo del diario era excelente, pero creo, lamentablemente, que se desechó. Probablemente algunas partes fueran a parar a algún lado. Los periodistas accedíamos a la colección que estaba en el despacho del director. Los colegas de la “Voz” y “Los Principios” reconocían que el mejor archivo era el del Córdoba, porque tenían dos personas muy competentes, uno era Gonzalo Becerra y estaba Carlos Ledesma, quien actualmente es contador.

Nosotros necesitábamos una nota, y le decíamos: ´Gonzalo pásame el sobre de tal tipo´, y él te lo traía prolijo con los recortes, las fotos y mucha más información. Por ejemplo, el  1º de julio de 1974,  fecha en que muere Perón, se declaró duelo por tres días. Nosotros, mientras el país estaba paralizado, junto a Luis Reinaudi, nos encerramos con todos los sobres que había de peronismo, de Evita, Isabel, cientos de notas publicadas porque hicimos una edición especial completa dedicada a Perón. Escribíamos en unos escritorios de chapa que tenían la particularidad de que se les podía bajar la tapa para corregir la nota o leer. Allí estábamos con Luis, solos con el archivo y la Lexicom ´80.

Fotografía: Tui Guedes

(*) César Arese es doctor en Derecho, docente de grado y posgrado en la Facultad de Derecho de la UNC, ex juez de la Cámara del Trabajo de Córdoba y ex asesor letrado del Cispren. 

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