La jornada colmada de aprendizajes y experiencias movilizantes reunió a integrantes de la Red de Bibliotecas con Perspectiva de Géneros en una capacitación sobre “Identidades disidentes y sus construcciones”.
Por Myriam Mohaded
La mañana lluviosa e invernal no impedía que las integrantes de la Red de Bibliotecas con Perspectiva de Géneros llevaran adelante una capacitación sobre “Identidades disidentes y sus construcciones”, coordinadas por integrantes de las bibliotecas “Nube Diversa” y la Biblioteca Popular “Nelly Ruíz de Llorens”, y desarrollada en el Centro de Documentación del Cispren.
Las banderas de la diversidad sexual y trans cubren las paredes del recinto. Todo estuvo orquestado para que la jornada sea un verdadero encuentro. Fue Virginia Peña con el recitado del cuento “La princesa gulicondesa” de Maia Morosano, docente y escritora rosarina quien dio inició a la reunión. La versión en la sensible y potente voz de Peña ensaya los relatos de caballeros, príncipes encantados y princesas que dudan. Las fronteras del cuidado, afecto y protección de las personas amadas parecen extenderse en lazos invisibles entre las y los presentes.
La propuesta de la Red de Bibliotecas con Perspectiva de Género fue realizar una capacitación en la que participaron bibliotecarias, personas que trabajan en bibliotecas y militantes de espacios sociales que, algunas de ellas integran la Red. La propuesta surgió a partir de las capacitaciones planificadas en el proyecto de “Información Ciudadana” otorgado a la Red por la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares (Conabip), en el marco de la convocatoria realizada en el año 2018.
El primer invitado de la jornada fue, Santiago Merlo, comunicador social, docente y activista trans, quien nos contó su propio proceso vivido de cambio de identidad sexual.
Santiago, quien tenía otra identidad hasta hace un tiempo fue mujer, y luego tramitó su documento de identidad. Santiago vivía en Traslasierra y contó cómo transcurrió su infancia y las hostilidades que vivió de ser una “nena” a la que no le dejaban hacer cosas de “nene”. La radio y el deporte le apasionaban y fueron en su adolescencia “el cable a tierra”, cuando las cosas se entraron a complicar. El hacía lo que sentía y los mandatos sociales del mundo adulto comenzaron a funcionar. La pasaba mal.
Luego se vino a Córdoba y allí la historia fue otra, un tanto menos hostil. Santiago comenta que una cosa es que uno vaya sabiendo “sintiendo lo que sos y otra es ponerle nombre”. Hizo su cambio de nombre pero cuando volvía a Villla Dolores la hostilidad no cesaba. La lucha continua en los consultorios médicos, en las escuelas, en las elecciones cuando va a votar, y así sucesivamente… las miradas aún siguen siendo, en muchos casos, inquisidoras.
Santiago Merlo cuenta y habla porque sabe que ese contar la experiencia ayuda a otros, otras, otres, a no sentirse solos por el tema que les atraviesa. A sentir que hay otros que están dispuestos a ayudar, en un marco legal que contribuyó la sanción de la ley de Género 2012. Merlo siempre supo quién era, pero dice que “es diferente es identificar, darle un nombre a lo que se es. Ser un transgénero”.
Santiago Merlo trabaja realizando capacitaciones sobre género. “La ESI ( Educación Sexual Integral) se milita y es difícil ponerle el cuerpo. Es importante y necesario pensar la educación con una perspectiva trans no binaria y la necesidad que tenemos los adultos de poner rótulos. Durante mucho tiempo me habitué a hablar a escondidas y hoy poder hacerlo en las escuelas es una experiencia muy especial”.
Hoy seguimos escuchando las intervenciones y sigue estando la presunción de la heterosexualidad. Es necesario cambiar muchas cosas, por ejemplo, la palabra sexual siempre crea resistencias, pero también es necesario cambiar las preguntas. Hay que ir adecuando la terminología según el nivel y es importante ir incorporando en el hablar la orientación afectiva, para ser mirado, considerado, para saber qué le está pasando a esa persona en la escuela. Hay que repetirlo hasta que se llegue a cambiar que si no se educa no se contagia no se enseña, solo aprendemos a discriminar”.
Infancias trans
Gisela Rodríguez se ubica enfrente del auditorio y la suya es una parada de una mujer sencilla y fuerte. Ella trae su propia experiencia que también es la de tantos, la de un recorrido como madre de una nena trans y cómo comenzó a gestionar el cambio de nombre y género de su hija. Actualmente participa de la Asociación Civil “Infancias Libres” y desde allí contribuye a visibilizar la temática.
Gisela es de un barrio humilde de Córdoba. La sencillez de sus palabras nos llegan, ponen en situación, nos interpelan pensando en que la infancia trans es una posibilidad de ser. Ella acompaña a su hija y dice que desde que empezó a caminar, tenía gustos “diferentes”. Desde ese mismo momento supo que tenía que comenzar a derribar los prejuicios internos de su núcleo familiar y de su entorno para poder acompañar y apoyar las experiencias de su hija en el barrio, en la escuela, con sus amigues, en la vida misma.
La suya también fue y es una experiencia intensa. Contó lo que implicó en su casa el proceso de cambio de su hija que con unos poco añitos de vida en donde la acompaña a andar el camino del transgénero. Y cómo comenzó a desandar ese proceso, ese trabajo interno que es necesario realizar en todo núcleo familiar.
Gisela Rodríguez es activista de la AsociaciónInfancias Libres, por las que pasaron unas 82 personas. Allí se sigue tratando de mostrar que existen otras infancias posibles. “Aprendí muchísimo, ahora sé lo que es una persona trans, tengo el apoyo de muchísima gente, pero también sé que cuando las estadísticas hablan de que el promedio de vida de una persona trans es de 35 años, se me revuelve todo. Digo, hay que cambiar esto ya, desde ahora”.
Las estadísticas y números dan cuenta de las vidas de personas trans que quedan en el camino. Ella también a eso lo sabe. Pero más afianza su desafío de que su hija sea una niña feliz y pueda encontrar otras personas que vivan esta situación para compartir.
La jornada llegaba a su fin. Se entregaron pendrive con materiales de género a las integrantes de la Red. Y fue Marian Gottero, desde la biblioteca “Nelly Llorens” quien invitó a distender y reflexionar con juegos de palabras. Aquí el agradecimiento al relato de las experiencias, la identificación con las luchas cotidianas, y las felicitaciones por generar esos espacios de encuentro y de seguir construyendo con otros, fue un lenguaje común. En un abrazo colectivo y una red que sostiene, cerró la jornada.
Fotografías: Gentileza de Euge Auki Fiorillo (Biblioteca Nube Diversa).