A cinco años del 3 J, dialogamos con la periodista Gabriela Weller, editora de género del Multimedio SRT acerca del valor de esta fecha, la violencia en tiempos de pandemia, qué implica el rol de una editora de género, y el tratamiento que se da a algunos temas en donde nuestros derechos se ven vulnerados.
Por Myriam Mohaded(*)
Desde 2015, el 3 de Junio es una fecha sensible en la memoria del movimiento feminista. Fue cuando se dijo ¡Basta!, ¡Ni una menos! Y una marea de mujeres marchó por las calles de Argentina. Fue cuando se empezó a ponerle, con más fuerza, nombre a la violencia hacia las mujeres en sus diferentes formas tras el brutal asesinato de la adolescente Chiara Paéz, en la localidad de Rufino, Santa Fe.
Estas violencias que están dando vueltas y pueden ser el acoso de un jefe, la precarización de las tareas por la condición de ser mujer, la cosificación de la imagen de las mujeres en la televisión o en las publicidades, por citar algunas, siendo la expresión máxima de violencia, el asesinato de las mujeres, los femicidios.
Conversamos con Gabriela Weller, periodista, comunicadora, especialistas en Género y Cultura, editora de Género del multimedio SRT e integrante de la Red PAR (Periodistas Argentinas en Red por una comunicación no sexista), acerca de estos y otros temas en el espacio del Centro de Documentación del Cispren en el programa radial «Ciudades Visibles».
– ¿Qué significado posee este 3 de Junio?
Este quinto aniversario de lo que se dio en llamar luego el movimiento Ni Una Menos está subsumido en el contexto de aislamiento general, de encierro, de pandemia que, lamentablemente, disparó las cifras de femicidios. Son más de cincuenta las mujeres asesinadas, en manos de sus parejas, ex parejas o entornos más cercanos por el sólo hecho de ser mujeres. Eso ha roto, por lo menos, los récords de los últimos diez años.
La cuarentena nos marca como mujeres y la mayoría de las marchas serán de manera virtual. Pensamos que podíamos rememorar los cinco años luchando contra esto, y lo que las feministas venimos diciendo desde hace muchos años: la casa, el hogar es el lugar más inseguro para las mujeres.
– En tu trabajo de construir una comunicación más igualitaria, con perspectiva de derechos, ¿qué significa e implica el rol de editora de género en los SRT?
Acá también nuestra vida está atravesada, antes y después del coronavirus. Hay un antes, en la normalidad antigua que teníamos, con una planificación que me había dado para un primer periodo de dos años, desde mi nombramiento en los S.R.T., que fue en noviembre de 2019, donde se apostaba de manera fuerte a la capacitación.
Los errores, abusos o destratos de la comunicación hacia los derechos de las mujeres y las diversidades sexo genéricas tienen su origen, principalmente, en el desconocimiento, y falta de capacitación de los profesionales que se dedican a esos temas.
Entonces, si bien en una primera etapa el planteo eran las capacitaciones generales de introducción al feminismo, los estudios de género a la perspectiva de género, como otras más especificas que tuvieran que ver con la producción informativa con perspectiva o sensibilidad de género, como dicen algunas, pero con enfoque de derechos humanos sobre todo.
Ahora bien, como esas capacitaciones estaban previstas de manera presencial y en grupos pequeños, no pudieron ser. Por lo cual, mi rol en estos primeros meses antes de la pandemia, se limitó a una primera etapa de diagnóstico, evaluación, de cómo estaban los SRT de la U.N.C. en materia de relaciones sociales, laborales, de autopercepción de situaciones de violencia, etcétera, resultados que entregué unos días antes de que se declarara la pandemia.
Vamos a sumarnos en breve a la capacitación on line que da la UNC. Intento es incidir en los contenidos, participando como una periodista más de las mesas de blanco de una redacción. Pero, lo cierto es que no soy una periodista más, soy una piedra en el zapato.
– Un lugar un poco incómodo…
Absolutamente, porque, por un lado, requiero que las trabajadoras y los trabajadores de los medios de las distintas plataformas que integran los SRT me escuchen y estén abiertos a cambiar, por otra parte, soy consciente de que si bien hay quienes no quieren cambiar, diría que un 90 por ciento tiene dificultades para hacerlo.
Mi hipótesis es que hay un problema de desconocimiento, de no saber hacerlo de otra manera, de que siempre se hizo así, como ocurre con los estereotipos. Donde haya mala fe o decisión de seguir siendo machista, y bueno pues se tendrá que dar la discusión en los términos en que se está dando en los últimos dos años en el mundo entero, cuando apareció de manera explosiva la figura de la editora de género.
– En ese sentido, hubo avances …
Sí claro, el hecho de que en Argentina, el año pasado, se hayan nombrado tres editoras de género: Gisele Souza Dias en Infobae, Mariana Iglesias en Clarín y yo en los SRT y, entre fines de 2019 y principios de 2020, hayan nombrado siete editoras de género en el país, habla de la importancia que se le da.
Y en cuanto al trabajo específico en los SRT, el tema se tomó y observo avances concretos. Por ejemplo, hablé con las compañeras de «Cartelera Feminista» que se sienten más cómodas de presentar ese proyecto porque hay una editora que está preocupada por los contenidos.
– Existe una interlocutora…
– Exactamente. Y al presentar ese proyecto a una editora de género, no es alguien más de la programación. Soy esa hormiga que va pelear por sumar desde todos lados hacia una comunicación no sexista –definiendo por la negativa-, pero hacia una comunicación más igualitaria, participativa y que visibilice el trabajo de las mujeres como creadoras, hacedoras, como es el caso de las cineastas. Para mí es un motivo de alegría inmensa poder decir tenemos este ciclo de “Cine de Mujeres” de los sábados.
También, por ejemplo, la cobertura de los femicidios es todo un desafío para las periodistas que trabajamos con perspectiva de género. Digo desafío porque tenemos algunas reglas básicas que hemos construido, que vienen, por ejemplo, del trabajo de la Red PAR, periodistas por una comunicación no sexista u otros protocolos que nos dicen de cómo trabajar y tratar la información de los femicidios. Pero, ¿qué pasa cuando llegan dos o tres femicidios en un día? ¿Cómo hacer para no convertirlos en datos, en casos policiales? ¿De qué manera no revictivizamos?, ¿Cómo trabajamos eso que aparece como “caso” o “problema social”? Realmente, en las redacciones, a diario una se enfrenta con problemas difíciles de resolver.
En este momento en los S.R.T., una vez que se toma un problema, hay un despliegue de creatividad, voluntad y profesionalismo, al menos en un grupo más cercano, que nos constituimos como equipo de género, para poder tratar los asesinatos a las mujeres, los femicidios, no sólo como se debe, desde el punto de vista de las herramientas que hemos construido, sino también con la creatividad y sensibilidad necesaria para no convertirlos en un número más, para que no nos acostumbremos a estos hechos.
Hace unos días hicimos un informe sobre Cecilia Basaldúa, el penúltimo femicidio sucedido en Córdoba, la joven que asesinaron en Capilla del Monte , y para hacer ese informe de diez minutos de la «Crónica Central» trabajaron más de diez personas de diferentes áreas. Ése es un logro muy grande, que, por un lado, se ve porque en la cocina o living de cada casa aparece este tema. Y, por otro, la experiencia de trabajar de otra manera, entre varios, varias, aportando cifras, datos de contexto, cómo fueron los hechos con una línea del tiempo donde personas de la web, la radio, del área de diseño se interesaron en el tema y participaron. Lo mismo sucedió este 3 de junio con un informe especial en “Crónica Central”.
– En este tiempo de encierro la violencia se incrementó. Por ejemplo, la Casa del Encuentro cita que entre el 20 de marzo al 28 de Mayo hubo 57 femicidios vinculados a mujeres y niñas.. ¿ Por qué crees que el tema de la violencia casi no ingresa en la agenda mediática?
Creo que hay distinta realidades, que así como no hay una sola Argentina y Buenos Aires parece un país aparte… ni hablar de provincias como Catamarca, Jujuy, Córdoba, también en los medios hay diferentes realidades. Es muy desigual todo esto.
Tengo la impresión de que la cobertura de los temas vinculados a violencia de género aumentaron en los medios de comunicación pero sobre todo en lo que tiene que ver con los femicidios, en la violencia extrema e irreversible. Porque es cierto que estos datos de la Casa del Encuentro son estremecedores y, de algún modo, nos imaginábamos que iba a ser así puesto que en tiempos «normales» o precoronavirus el 70 por ciento de los femicidios suceden puertas adentro. En cuarentena era de prever lo expuesto.
Ahora bien, hay otro aspecto que critico con fuerza y considero que nos tiene que llevar a pensar seriamente en el tema. Cito dos ejemplos: tenemos a nivel nacional un Ministerio de las «Mujeres, Géneros y Diversidades», en Córdoba un «Ministerio de las Mujeres», y no hubo políticas más activas vinculadas a la declaración de emergencia. Así como hay una emergencia sanitaria tendría que existir una en materia de violencia hacia las mujeres.Esto implica una ampliación del presupuesto destinado ante todo a prevenir las violencias y la presencia permanente de las mujeres en los comités de expertos, de emergencia.
El Ministerio de la Mujeres, Géneros y Diversidad que está a cargo de Elizabet Gómez Alcorta, cuya designación celebramos como una gran conquista entre todas las mujeres, está haciendo un gran trabajo, con todas las dificultades del momento. Pero como Ministerio, no forma parte del COE por coronavirus.
El coronavirus tiene efectos mayores en las mujeres, diferenciados, que se suman a la exposición de cualquier ser humano al coronoavirus, ya sea por este nivel de exposición, por la feminización de la pobreza, la precarización de nuestros trabajos y en muchos casos por la razón de estar encerradas con nuestros agresores.Eso, centralmente, es en Buenos Aires. Mientras que en Córdoba si bien fue la primera provincia que declaró la emergencia por violencia de género, y el Ministerio de la Mujer forma parte del COE, la misma ministra reconoce que no tiene presupuesto para afrontar la emergencia.
Tenemos entonces un problema serio. No se terminan de tomar medidas efectivas para frenar la violencia dentro de la pandemia. La pandemia en sí ya es una violencia contra la humanidad en el mundo entero, pero además hay que sumarle la de la violencia hacia las mujeres.
Por ahí estoy tentada de sumar la pandemia dentro de la pandemia, pero han sido las propias compañeras del feminismo quienes nos enseñaron que la violencia de género no es una pandemia, porque no hay vacuna que la cure y porque no tiene una fecha cierta de finalización. Es un problema social y cultural gravísimo que se va a solucionar con un gran cambio cultural. No hay vacuna para la violencia.
Imágenes: Gentileza de Gabriela Weller.
*Periodista
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4 junio, 2020